lunes, 23 de junio de 2014

Los lagartos porteños


Al rescoldo de la chimenea

gemían fuerte los lagartos.

Eran longevos,

venían de San Telmo.

Fumaban triunfos

y se alimentaban

de sus propias pesadillas.

 

Todos cayeron en desgracia.

 

Irrumpió una letra de Discépolo

y se reincorporaron.

Cada uno tomo un vidrio

y rasgó su vientre

sonámbulo y desordenado.

Esa velada fue el llanto

de un pozo con sed. 
 
 
 
Diego Romero


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