Bajo la
silla nos escondimos
de un lisérgico
huracán.
La soga nos
rodeaba el cuello
y esperamos
el momento.
Plagado de
infiernos
hay un
laberinto con salida.
Esta Judas
empalado
con resoplos
de agonía.
Deja que te
mate.
Un sabio, un
demente,
y una sirena
despiadada.
Ridículos
trovadores me devoran
como lava
hambrienta.
Desfilan
erecciones.
No quiero
esto
cuando
empiece el tiroteo.
Diego Romero
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